El ramo de novia es un elemento indispensable para cualquier novia. Podemos plantearnos ir sin velo pero nunca sin ramo, y es que es una de las costumbres que tenemos más arraigadas. En la antigüedad, el ramo de novia se componía de hierbas aromáticas como el tomillo y el ajo para alejar de la pareja los malos espíritus que pudieran entorpecer su futura felicidad. También solían atarse flores con hierbas aromáticas que en algunos casos los novios se comían o bebían para obtener poderes afrodisíacos que se atribuían a algunas de ellas.
Con el tiempo, las hierbas pasaron a ser sustituidas
por flores, sobre todo el azahar. Su olor también servía para perfumar a la novia. Tras terminar la
ceremonia, era costumbre ofrecer
el ramo a los dioses para que protegieran a la pareja y les
permitieran tener mucha descendencia. Esto ha llegado a nuestra época adaptado
a cada religión y cultura.
El ramo de
flores se usaba para que la novia, a través su lenguaje, le mandara un mensaje a su futuro
marido nada más verle, antes de que pudieran hablar en la intimidad.
Elegir
bien el ramo de novia es
esencial, aunque casi siempre ha sido “el gran
olvidado de la novia”, pues se suele prestar mucha más atención al vestido de novia, los zapatos, el velo, el peinado, etc. y si no se elige correctamente
puede llegar a a arruinar el mejor look.
Actualmente existen mil y
una posibilidades para el ramo de novia, para todos los gustos y para todos los
bolsillos, combinaciones de flores y colores que
hasta no hace mucho eran impensables.
A las mujeres de menos estatura les favorecen las
flores más menudas y los ramos redondos (bouquet) de formas estilizadas. Las novias altas
llevarán ramos grandes o largos. Es
importante buscar la proporción.
A las novias morenas les van los colores vivos:
amarillos o fucsias, por ejemplo. Por el contrario, a las rubias les encajan a
la perfección los tonos blancos y pastel. A Las pelirrojas le suelen quedar
preciosos colores fuertes, con destellos naranjas.
Es muy importante ir siempre acorde con
los tonos de maquillaje y, sobre todo, con el color de los labios.
El ramo de novia es un complemento del vestido, no
puede ser una nota discordante y tiene que guardar armonía con éste. Un traje de
corte clásico, con cola y velo largo, pide un ramo de novia con caída o de
cascada. A los vestidos muy bordados, les va un ramo de novia muy sencillo. Por
tanto si el vestido es sencillo, podremos optar por un ramo de novia más
elaborado tipo cascada con toques de color.
Tendremos que tener en cuenta la época del año en la
que celebraremos la boda y saber cuales son las flores de temporada fáciles de
conseguir , si la boda es en verano deberemos elegir ramos de novias con muchos
verdes, que aligeran y refrescan. Si la boda es en invierno, las flores pueden
presentarse de forma más compacta.
Por último la personalidad
de la novia; Éste es un factor básico a la hora de elegir un
ramo de novia, ya que al igual que ocurre con el vestido, una novia nunca puede
parecer que va disfrazada. Para las conservadoras: “ramos de novias blancos”,
sencillos con poca flor; “ramos de novia tipo bouquet”; “ramos de novia atados”
que van ligados con listón blanco, beige o hiedra; o “ramos de novia tipo cascada”,
más elaborados y de tamaños descendentes. Para las atrevidas: ramos de novia
rojos o de colores llamativos en forma de bouquet; ramos de novia atados de
forma esférica, compuesto por rosas de diferentes tonos, etc.
La tradición de lanzar el ramo entre las solteras con la creencia de
que la que lo coja será la próxima en casarse no se sabe exactamente cuándo
empezó. Pero sí son muchas las novias que hoy en día deciden elegir a la
persona que recibirá el ramo en lugar de lanzarlo.
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